A nadie le resulta extraño escuchar que un niño siente celos con la llegada de un nuevo hermanito, hasta entonces ha recibido toda la atención por parte de su entorno familiar y ahora tiene que compartirla. Los celos son una respuesta emocional que surge cuando percibimos una amenaza hacia algo (padres o parejas) que consideramos nuestro y tenemos miedo a perderlo, no tiene que existir evidencias objetivas basta con que la persona así lo perciba.
En niños pequeños es normal la aparición de celos, formando parte del desarrollo evolutivo, el menor aún depende en gran medida de los cuidados de su madre para satisfacer sus necesidades. Debido a eso, los niños no suelen ver con buenos ojos la llegada de un nuevo miembro a la familia, pues ahora todas las atenciones, cuidados y mimos deben ser compartidos con un recién nacido. Con frecuencia las numerosas visitas que acuden al hogar familiar centran su atención exclusivamente en el nuevo miembro, hecho que suele molestar al niño mayor que ve mermado su protagonismo. Así el primogénito mostrará su descontento con la situación actual a través de comportamientos regresivos, es decir, realizará acciones como orinarse en la cama o chuparse el dedo, que ya había dejado de hacer en el pasado con el fin de conseguir la atención de sus progenitores de nuevo. Además el menor puede experimentar cambios en su apetito a la hora de comer o en su ritmo habitual de sueño, puede que trate de ignorar o rechazar al recién nacido, intentando que todo vuelva a ser como antaño donde era él el centro de todas las atenciones.
Los padres juegan un papel muy importante a la hora de evitar los celos entre los hermanos, pues de ellos depende transmitirle al hijo mayor que sigue siendo igual de importante aunque la familia haya aumentado. Tienen que dedicarle algo de tiempo en exclusiva al hermano mayor para que él se sienta protagonista de los juegos, no teniendo así que esforzarse por lograr la plena atención de sus progenitores. Es conveniente no alterar en exceso su rutina puesto que tiene que percibir que su entorno ha cambiado lo menos posible, otorgándole la máxima estabilidad. Los padres deben mostrarle al hijo celoso todas las ventajas que tiene el hecho de ser el hermano mayor, reforzándole cualquier muestra de ayuda y cooperación en el cuidado del bebé. Con esto aumentaremos su autoestima y autonomía personal, consiguiendo que no perciba a su hermanito como a un rival con el que competir.
Si después de estas pautas los celos siguen persistiendo hasta el punto de alterar significativamente su calidad de vida se debe buscar ayuda psicológica, mediante la cuál se buscará el ansiado equilibrio familiar y corregir los celos entre hermanos.
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