La adolescencia es una etapa de constantes cambios tanto físicos como psicológicos, por lo que la figura de la adolescente aún no se encuentra definida por completo. La mayoría de las púberes suelen sentirse descontentas con su físico y envidiar las siluetas de las actrices y modelos de moda. Con el objetivo de adelgazar muchas adolescentes empiezan a realizar dietas, sin la debida supervisión de un profesional, y se apuntan al gimnasio. Una vez que pierden algo de peso comienzan a recibir refuerzo social, es decir, la gente de alrededor las felicita por el peso perdido y por la nueva figura que ahora es más estilizada. A continuación, la adolescente se marca una nueva meta; volver a perder más peso por si recupera algún kilo, detesta la figura que tenía en el pasado y por nada del mundo le gustaría volver a ella. Comienza así una peligrosa espiral en la que solo hay una finalidad y es adelgazar, cruzando una delgada línea que nos lleva a los trastornos de la conducta alimentaria, como la bulimia y la anorexia nerviosa. Es en esta fase cuando los padres deben estar más en alerta, puesto que cuanto antes se detecte el trastorno mayores probabilidades hay de una total recuperación y de que la enfermedad no haya afectado por completo a todas las esferas de la vida.
La adolescente comienza aislarse de su grupo de amistades, a quienes en todo momento oculta su enfermedad, aumentando con ello los sentimientos de soledad y tristeza, ya que la joven pierde apoyos importantes en su vida. Intentan comer a solas para que nadie les controle los alimentos que ingieren y usan diferentes métodos para seguir adelgazando, ya sea con ejercicio físico excesivo o mediante el vómito.
El mayor miedo es engordar unos gramos y perciben su figura mucho más gruesa de lo que realmente es. Cuando aparece un nuevo descenso en el peso de la joven se disparan las alarmas a su alrededor, la familia se da cuenta que la adolescente necesita ayuda y aunque ellas niegan la enfermedad y se oponen a visitar a un especialista, finalmente acuden obligadas por su entorno más próximo. Mediante la terapia psicológica se consigue que la joven logre el peso adecuado no poniendo así en riesgo su salud, se corrigen las ideas distorsionadas acerca de la comida y de su aspecto físico, consiguiendo así una sana relación con la comida.
Suelen ser adolescentes con un perfil parecido, caracterizándose por un fuerte perfeccionismo que se encuentra presente en todos los ámbitos, no admiten el fracaso en sus vidas y se exigen mucho a ellas mismas. Normalmente son excelentes estudiantes y muestran un buen comportamiento en sus hogares, les afecta en exceso cualquier crítica por parte de los demás por eso un comentario inoportuno acerca de su imagen precipitará a la joven a obsesionarse por lograr el pleno control de su peso.
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