Los tiempos han cambiado y con ellos las formas de comunicación han evolucionado, a nadie le sorprende ya oír hablar de Facebook, Twitter o Tuenti. Todas ellas son redes sociales que se encuentran en pleno auge sobretodo entre el público más joven, más del 90 por ciento de los adolescentes afirman tener un perfil público en al menos una red social. Estas aplicaciones les resultan muy atractivas ofreciendo multitud de opciones como subir y etiquetar fotos, chatear con amigos en línea, formar grupos con algún interés afín o crear un muro propio donde exponer su opinión acerca de diferentes temas.
La adolescencia es una etapa en la que los amigos constituyen un aspecto clave y fundamental para un adecuado desarrollo y ajuste. Con el uso de las redes sociales se encuentran en constante contacto con los amigos, teniendo una especial necesidad de ser vistos y de contarle al mundo exterior todo lo que pasa en sus vidas.
La mayoría de los padres tienen dudas sobre si es adecuado o no que sus hijos tengan un perfil en alguna red social. La solución no es prohibir, con los adolescentes debemos descartar esta opción, debemos educar en un buen uso de las nuevas tecnologías.
Cuando un adolescente quiera hacerse un perfil público debemos acompañarlo en el proceso, hablándole claramente de los riesgos que puede correr al subir determinada información personal y acerca de la perdida de privacidad. Es preferible que agreguen amigos que los conozcan personalmente, preguntándoles a éstos directamente si quieren que una foto en la que aparecen ambos sea subida a la red. Es aconsejable que configuren su perfil con el nivel máximo de privacidad, en la que “solo amigos” puedan acceder a su información personal, y desactivar el geolocalizador que algunas redes sociales poseen.
El ordenador debe permanecer en una zona común y visible de la casa, así podemos saber qué páginas visita nuestro hijo. Es importante que pongamos límites y horarios a la hora de acceder a Internet, deben conectarse después de cumplir con sus obligaciones, y se recomienda que el tiempo máximo no exceda de dos horas. Puede ayudarnos que uno de los progenitores tenga una cuenta en una red social, con esto conseguimos dos cosas; somos participes de la realidad social del menor y conseguimos una mayor moderación sobre las fotos y comentarios subidos a la red. Las contraseñas deben ser seguras y solamente conocerlas ellos, ya que a estas edades se cambia con facilidad de amistades.
Debemos incluir ese mundo “virtual” como un plano más de la esfera social de los adolescentes. Lo importante para ellos es tener cerca a los adultos, que deben dejar resolver los problemas solos, con la sensación de que sus padres están cerca pero respetan su espacio y decisiones, pudiendo equivocarse y aprender por ellos mismos.
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